No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Quería
resaltar un par de versos del poema que hemos leído hoy, durante la última
clase de “Ámbits professionals actuals i emergents”, pero me ha sido imposible,
todo el poema me parece digno de destacar.
Benedetti, con este poema nos fuerza a
pensar qué es aquello a lo que estamos llamado que no estamos llevando a cabo, cuál
es nuestra vocación. Eso que sabemos que tenemos que hacer y no hacemos.
En definitiva, se resume a aquello que
te hace ser tú.
Este poema evoca actitudes que revisten
un carácter defensivo, cómodo y cobarde ante la vida. Son consejo de carácter
ético como no callarse ante las injusticias, no deshumanizarnos, no esconder
todo aquello que es diferente o obligarlo a ser como la normatividad impuesta
nos dice que debería ser.
Como futura educadora social, me niego a
seguir formando parte de una sociedad sin horizontes ni ilusión; una sociedad
que no está comprometido con vivir la vida hasta sus últimas consecuencias y a
cuidar aquello que es intrínsecamente parte de ella misma.
Como futura educadora social, este poema
me hace querer luchar.
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