"Somos personas , no somos solo diagnósticos o etiquetas."
"Abandonas
las etiquetas y empiezas a desarrollar tu propia identidad."
"Para mí lo
más difícil es llevar ese estigma"
Tras escuchar y debatir sobre estas tres citas en clase, me he puesto a pensar sin cesar sobre el estigma de la salud mental. No estoy descubriendo América si afirmo que se tiene una percepción negativa y discriminatoria que puede llegar a causar – y causa – un desprecio y rechazo de la sociedad que rodea a los individuos que llevan consigo esta etiqueta.
Como la mayoría
de los prejuicios, los que se tienen sobre este colectivo vienen de una
profunda carencia de conocimiento sobre el tema. Hay que hablar más, hay que
enseñar más, hay que educar más. Este debería ser uno de los objetivos de cualquier
sociedad democrática; erradicar estos estigmas tan perjudiciales para aquellos
que tienen que convivir con ellos mediante la educación de la sociedad.
La solución, sin
embargo, no pasa por gritar a los cuatro vientos que tienes una enfermedad o trastorno
y que todo el mundo te señale con el dedo y te conozca por ellos. La solución
pasa, en mi opinión, por dejar que “la chica con depresión” sea “la chica que
toca la guitarra” y “el chico bipolar” sea “el chico que escribe poemas” sin que eso suponga crear un tabú alrededor de estos.
Las personas somos más que nuestras etiquetas, y definitivamente merecemos ser celebrados por nuestras personalidades y no maltratados por nuestros diagnósticos – aunque ni mucho menos deba de ser algo que nos haga sentir vergüenza o causarnos dolor.
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