Avisé de que volvería a hablar de esta película un par de entradas atrás, y aquí estoy.
Las
emociones que Benni y su compleja situación despiertan en mi como futura
educadora social no son pocas ni simples, pero me quiero centrar en el vínculo
que la niña comparte con los educadores.
A pesar del trauma recibido
en sus primeros años de vida, Benni es una niña capaz de sentir apego y amor.
Ella quiere y quiere sentirse querida, pero como educadores sociales debemos
entender que no todos los niños van a encajar con nosotros. Nuestro trabajo es
crear un vinculo con ellos, pero no siempre es posible. No debemos permitir que
eso nos frustre ni nos haga actuar de manera diferente, menos compasible y
cariñosa, con él o ella.
Benni parece no tener
apego por ninguno de los educadores y parece tener algo en contra de todos
ellos, hasta que aparece el indicado. Debemos dejar que los niños creen ese
vinculo por ellos mismos, no forzarlo.
No se puede obligar a
querer ni a responder de cierta manera.
A mi parecer, ser educadora social es saber que, por cada lágrima, conseguiremos sacar una sonrisa, por cada niño con el que no encajemos habrá otro con el que sí que lo consigamos, por cada niña a la que no podamos o sepamos ayudar, habrá una a la que sí podamos.
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